
Existe, al menos hoy día, una sensibilidad especial de los que nos gusta fotografíar, hacia el colorido de lo abandonado o ruinoso; tan evidente es, que uno tiene derecho a preguntar que posible relación tiene ésto con algunas fantasias inconcientes o arquetipos de los que seamos portadores. Todo goce estético está asentado más en una irracionalidad inconciente que en una lógica conciente. O quizás no sea otra cosa que la necesidad de dejar bien allí, fuera de nosotros, lo ruinoso...