
Tal vez subestimamos el día a día. Nos dejamos seducir -y nos sentimos presionados- por el mundo deslumbrante de los medios, que crea la ilusión de que sólo en el futuro, cuando tengamos el dinero necesario o el tiempo suficiente, podremos empezar a vivir. El ahora casi nunca se aprecia. Quizá ni la esposa ni el esposo y tampoco el trabajo, la ciudad, el vecino o los muebles de toda la vida reciban la mirada de aprecio que merecen. Lo normal casi nunca es suficiente...
De "
El elogio de la lentitud" de
Owe Wikström