jueves, abril 14, 2011
Abandonando trastos viejos
Vivir relajados, sin tensiones es lo que saben (y logran) hacer muy bien los niños y jóvenes. Nosotros, los adultos sólo deberíamos recordar y dejar de lado tantos trastos inútiles (compromisos, preocupaciones, responsabilidades, etc) que nos esclavizan de a poco, sin que nos demos cuenta de que nos están encadenando. De pronto un día ¡Zaz! somos prisioneros de ellos y ya no volvemos a dormir como lo hacen los niños.
Y entonces la questión es cómo liberarse de estos trastos, cuando ya estamos encadenados a ellos, a través de un proceso de pérdida de libertad que consumió años y, durante los cuales, fuimos inconcientes de lo que les estábamos cediendo tan gratuitamente. ¿Cómo reclamarles nuestras libertades e inocencias?
¿Quién sabe? Quizás la ironía o la risa de nosotros mismos, el no tomarse demasiado en serio. O acaso el ir tomando conciencia de la poca importancia de estos trastos, frente quizás a un sentido posible de la vida: su simpleza; un viaje de goce a través de la nada, o a través de grandes significados que no nos son accesibles o que aún no se nos revelan.
¡Quizás lo único que podamos hacer sea reir!
Admirarnos al aprender a descubrir un mundo que suponíamos ya conocido. Descubrir que todos los amaneceres no son iguales, como nos estábamos acostumbrando a suponer. Que nunca en realidad, caminamos por el mismo camino, y que siempre somos diferentes caminantes.
Tener el coraje de sacarle la máscara a las formalidades y a ciertos compromisos y ver que no hay nada detrás de ella.
¿Cómo lograr que pase el tiempo y nuestra vida sin que nos hagamos adultos?...
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
Muy interesantes tus reflexiones... a veces es un poco difícil, pero coincido en que reír y asombrarnos de las "pequeñas" cosas que muchas veces pasamos por alto, es un buen camino para recobrar el tiempo que perdimos prisioneros de nosotros mismos.
Un abrazo
Publicar un comentario