Con cierta frecuencia nos sorprenden las simetrías, sobretodo las especulares ("capicúas" decíamos hace tiempo, como los boletos de colectivo que coleccionabamos). Si esto se une a lo fortuito, a lo dado sin nuestra intervención, lo que la naturaleza pone allí delante nuestro, sólo por unos breves instantes, la fijación de la sorpresa en una fotografía parece adquirir una virtud especial. Este día no prometía gran cosa, la Reserva estaba cerrada, sólo se la podía mirar desde afuera (con la ñata contra el vidrio) pero la sorpresa ocurrió.
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